Cada partido se juega como si fuera el último y cada punto
se vive como si el tramo final de liga se tratase. Estamos en un momento en que los
mejores se pelean por los puestos de arriba, para estar el año que viene entre
los grandes de Europa y jugar la competición que solo los mejores logran jugar.
La pelea por los puestos Champions se vive como una lucha incesante, en cada
partido, en cada minuto de encuentro y sin miramiento del rival. Y la Liga
todavía no está resuelta, no se ven favoritos entre los cuatro primeros porque
todavía quedan opciones para todos ellos. El Madrid se coloca primero ahora
mismo pero detrás tres equipos le siguen los pasos, no muy lejos de su sombra. El
Barça no le deja irse muy lejos y el Atlético aspira a revalidar el título que
consiguió el año pasado y no perder de esta manera el nombre de campeón que
ahora le preside. Pero en esa lucha se ha metido un equipo humilde, que paso a
paso y victoria tras victoria, ha sabido colarse entre los tres grandes, no
solo para luchar con ellos por los puestos Champions sino para, por qué no,
complicar las aspiraciones por ganar la liga. Y ese equipo me representa a mí,
a una tierra, a un escudo y a una afición. Tal vez lo veamos como algo utópico
o difícil de conseguir pero es solo cuestión matemática. Estamos a tres puntos
del Atlético, a seis del Barcelona y a diez del Real Madrid. No se trata de
ganar la liga pero si podemos complicar las cosas y meternos en esa lucha por
los primeros puestos.
Estamos a tres puntos del Atlético de Madrid que esta semana
juega contra el Sevilla, un equipo también enchufado en esa pelea por entrar en
Europa el año que viene, aunque los últimos resultados le haya alejado algo de ese
objetivo, dejándole una distancia de cinco puntos con el Valencia. Si ese
encuentro se salda con una victoria para el equipo de Unai Emery, los de
Mestalla tendrán la oportunidad para colarse en la tercera posición, igualando
a puntos a los rojiblancos pero con la ventaja de haberles ganado en su visita
a Mestalla. La tercera posición no es algo complicado solo es necesario un
pinchazo de los colchoneros y que el Valencia no pierda ningún punto innecesario
en los encuentros que le esperan.
No se trata de hacer rocambolescas matemáticas que nos
puedan hacer ganar la liga, solo digo que los tres primeros clasificados
actualmente en nuestra liga, tienen compromisos Champions y Europa despista
mucho. Se pueden perder puntos importantes y nosotros tenemos que estar
dispuesto a recortar la mayor distancia posible, acechando, sin fallar, porque
tenemos rivales siguiéndonos demasiado cerca para permitirnos fallar y perder
el sueño que tanto nos ha costado lograr. Ahora no es el momento de mirar lo
que hagan los que están por arriba ni de contar los puntos que nos separan de
Villareal y Sevilla, sino de jugar nuestros partidos y lograr sacar los máximos
puntos posibles. Si seguimos el camino de las victorias y logramos no perder
puntos, podemos recortar esas distancias que ahora parecen abismales y que nos
separan de los de arriba.
Tenemos lo que es necesario para lograrlo. Tenemos ganas de
colarnos entre los grandes. Tenemos la mejor afición del mundo, que pase lo que
pase y suceda lo que suceda, todos los fines de semana anima a su equipo y se permite
el lujo de luchar por hacer sombra a esos gigantes que antes no podíamos
plantarles cara y que ahora miramos como iguales. Tenemos a jugadores que muchos
equipos suspiran por tener, pero que sienten el compromiso y los colores de una
camiseta que sudan en cada partido. No importa si el nombre no es conocido, no
importa si no venden camisetas como churros, no importan si no salen en las
portadas de las grandes revistas de moda o si no ganan millonadas, son el símbolo
de aquellos que sienten unos colores.
Son la representación de todo aquel
valencianista que cuando juega el Valencia tiene el sentimiento a flor de piel.
Ellos representan a aquellos que van a Mestalla y a los que lo ven desde casa.
A los que sufren y a los que siempre confían. A los que están cerca y a los que
lejos, siguen sintiendo el blaquinegre en sus venas. A los que nunca fallan y a
los que a veces pierden los nervios cuando algo sale mal. A los que echan de
menos los títulos y a los que confían que el futuro algún día nos hará justicia
y nos devolverá entre los grandes. A los que acaban de llegar y a los que nunca
se fueron. Al niño que se alegra de pisar por primera vez Mestalla y al que
toda la vida lo ha sentido como su casa. Porque el lujo de sentirse
valencianista se elige una vez en la vida pero no se cambia nunca. Porque no es
algo cambiante sino que se siente para siempre y se vive para siempre. Tal vez
no ganemos la liga o tal vez sí. Pero siempre tendremos entre nosotros el mejor
de los premios: la sensación de sentirte campeón al formar una familia llamada
valencianismo.
Ahora toca luchar juntos, conseguir las mejores
victorias, sufrir lo menos posible y plantar cara aquellos que nunca nos vieron
como rivales y a los que ahora les pisamos los talones. Recordad nuestra
camiseta, nuestros colores, nuestra bandera, nuestro escudo y nuestros nombres.
Tal vez hoy no somos nadie, pero algún día volveremos a demostrar que nunca nos
fuimos para siempre y ahora más que nunca debemos estar juntos. Porque no
importan quién conduzca el equipo, ni quien meta más goles, ni quien pare más
penaltis, lo que verdaderamente importa es que el nombre del Valencia sigue en
lo más alto y que cada día estamos más cerca de ese sueño llamado Europa.
#JuntsTornem