No hay mal que 100 años dure, ni cuerpo que lo aguante. No
hay racha mala que no se pueda cambiar, ni equipo grande que pueda ser pequeño.
Los grandes son siempre grandes, aunque se pasen momentos en la oscuridad. No
creo que muchos hayan podido imaginar encontrar al Valencia, a estas alturas de
la Liga, en la pugna por los puestos Champions. Muchos pueden pensar que todo
esto ha sido cosa de suerte, pero señores, en el fútbol eso no existe. No hay
suerte cuando se pierden partidos que habrías de ganar ni suerte cuando les
ganas a los que, en teoría, tienen un equipo muchísimo mejor que tú.
Pero, como se ha podido ver en esta Liga, los partidos no se
ganan a base de millones ni de estrellas, sino de esfuerzo, constancia, ganas
de luchar y mucha implicación. Este equipo tiene todo eso. Una plantilla joven,
con poco nombre pero mucha estrella. Los nuestros no ganan millones, pero
muchos han demostrado que las cláusulas no demuestran la calidad de un jugador.
Posiblemente, el proyecto empezó como algo que nadie daba crédito y mucho menos
se pensaba que se podía estructurar una plantilla como la que ahora tenemos.
Hace unos años esos jugadores, a estas alturas de la Liga, no estarían en
nuestro club, habrían sido vendidos para sacar dinero por ellos y ahora
estaríamos luchando por entrar en Europa o quien sabe, con las esperanzas ya
perdidas en poder jugar el año que viene en competición europea.
Pero los tiempos han cambiado y la mejor cara del Valencia
ha vuelto a relucir. Los mejores tiempos de nuestra camiseta han salido a la
luz este año. Posiblemente, no podamos ganar la Liga o quizá demos la sorpresa
y nos colemos entre los dos grandes que ahora marcan las primeras posiciones,
pero que es eso comparado con las ganas que tenemos de ver a nuestro equipo
donde un día estuvo. Los grandes ya nos miraran de igual a igual porque hemos
demostrado que somos capaces de luchar contra todo y contra todos. Nuestro
juego es mejorable pero con eso y todo hemos llegado a estar terceros en liga y
con opciones de más.
En la capital ya se respira ese ambiente de miedo, de temor
de que otra vez, sea un equipo humilde el que les mire desde arriba.
Acostumbrados a estar en el olimpo sin que nadie les molestará, ahora nuestra
presencia les agobia. Saben que cualquier punto perdido puede ser una
oportunidad para los rivales que les siguen. No vamos a dejar de luchar por
mucho que la Liga se ponga difícil. Queremos demostrar que estamos aquí para
dar mucha más guerra de la que otros quisieran que diéramos. La Liga no es
nuestro objetivo, pero sí nuestro sueño. Los títulos llegarán si seguimos por
el camino que este año hemos empezado a recorrer. Ahora ya podemos disfrutar que
este pequeño sueño que hace años creíamos imposible, de que este sueño se esté
empezando a construir a base de mucho esfuerzo.
Hoy ser la afición del Valencia está de moda. Esos que antes
criticaban a nuestro club ahora se suman a los elogios hacia los nuestros. Pero
esa no es la afición de un equipo campeón. La afición valencianista es la que
sabe lo que es llorar con una eliminación de semifinales de Europa League y lo
que es acabar el partido e ir a recibir a los jugadores como héroes por haberse
dejado la piel sobre el campo, incluso tras haber perdido. Un valencianista
sabe que el 1 de mayo de 2014 siempre se recordará como una fecha crítica. Un
valencianista sabe lo que se sentir temor cuando añaden 5 minutos, que un sudor
frío te recorra el cuerpo y recordar ese trágico día. Un valencianista sabe lo
que es una reAmuntada cuando todos nos daban por eliminados. Un valencianista
sabe lo que se siente al apoyar a tu equipo en las malas, cuando menos te
merece porque es cuando más te necesita. Un valencianista sabe lo que es
soportar que tus estrellas se vayan pero no perder la esperanza de que, aun así,
se pueden conseguir grandes cosas. Un valencianista sabe lo que es levantarse
cada mañana y pensar que el proceso de venta de sus colores todavía está en
marcha. Un valencianista sabe lo que es pisar la calle vistiendo la camiseta
con orgullo el día después de haber perdido un partido importante contra los
grandes. El valencianista sabe lo que es llorar con los suyos, tener lágrimas
en los ojos pero aun así sentirse orgulloso de haber elegido al Valencia como
una forma de vivir.
Cuando esos que ahora se suman en elogios, sepan soportar
eso, que venga a darme clases de valencianismo a mí y a los muchos que nunca
hemos perdido la fe en este Valencia. Cuando ellos sepan apoyar en las malas,
que venga a decirme que los sueños no se pueden cumplir. Cuando ellos sientan
el Valencia como parte de su vida y no como un sentimiento pasajero, que venga
a decirme que la Liga es imposible. Cuando ellos sepan lo que es vestir la
camiseta como el mejor traje, que vengan a decir que esto son solo unos
colores. Porque valencianista no se hace, se nace.