sábado, 8 de abril de 2017

No nos respetan...

Revisando las estadísticas de esta temporada del Valencia, quitando que los números son un poco preocupantes para las aspiraciones iniciales, he parado en un dato curioso cuanto menos. Somos, a estas alturas de la temporada, el equipo que más penaltis en contra le han pitado. No quedándome únicamente en ese dato, he leído el dato de que históricamente también tenemos ese record. Somos el equipo que más penaltis en contra nos han pitado en la historia de la Liga española.

Somos fáciles de pitar y fáciles de dar un penalti en contra en un partido contra nosotros. Ya ni el factor campo juega a nuestro favor. Nos pitan penaltis injustos, piscinazos varios y no pasa nada, porque somos el equipo que ostenta el récord y tenemos que hacer más grande la gesta. No importa si vamos ganando, perdiendo o empatando; si es la primera parte o final de la segunda, siempre es un buen momento para pitarnos un penalti en contra. Llámale mala suerte, tirria arbitral o corrupción de la federación pero a los partidos me remito y los datos de las estadísticas me avalan.

No creo que sea necesario afirmar quién es el equipo que más penaltis a favor tiene en su lista, pero si es una casualidad que esta temporada estemos primeros de un ránking donde las historia nos da el título de campeones. El Valencia es el conjunto que más penaltis señalados tiene en sus 85 años de campeonatos ligueros. Hasta el día de hoy (y con vistas a ser ampliado sin duda en las últimas jornadas), el Valencia lleva la friolera cantidad de 6521 penas máximas. Los datos son para flipar, al igual que los que señalan a Diego Alves como el portero con la mayor cantidad de jugadas detenidas desde los once metros.

Para la historia quedan atracos clamorosos producidos a través de la pena máxima y cada jornada que transcurre la lamentable historia rellena una página más para detrimento del Valencia. La pasada jornada vimos un nuevo piscinazo, esta vez a menos del delantero del Celta de Vigo, que no dudó en lanzarse descaradamente al notar el mínimo contacto en el área. Lo más fuerte no es que los delanteros se tiren, sino que los colegiados señalan penas inexistentes y no ocurre nada. Siempre somos los mismos los que nos las comemos con patatas y no hay nadie que se queje donde es debido de que hay acciones que claman al cielo.

Y luego no quieren que nos quejemos, que no hagan cánticos en contra de la federación, si en lo que se ha convertido esta Liga es en un pulso para que el Madrid y el Barcelona midan sus fuerzas sin importar cuantas injusticias se cometan en otros campos. Pero nos siguen robando y no tenemos lo que hay que tener para poner el grito en el cielo y decir "basta ya". No hay que irse muy lejos para recordar acciones arbitrales que nos han costado algo más que puntos. Quién olvida el penalti de Beto a Alcácer en Sevilla en las semifinales de la Europa League; o el fuera de juego contra el Sevilla en esa misma competición; o el agarrón a Zigic en el Calderón; o los fueras de juegos en partidos contra Madrid y Barça.

No lejos de ser el club que más penaltis le han señalado, también se coloca en lo alto del ránking de estadios que más goles han visto en contra desde esa posición (un total de 430), nada más y nada menos. Para flipar lo de esta liga, con razón para muchos se está conviertiendo en una liga de pandereta… No quiero terminar sin citar a un hombre con mucha razón “siempre pitan en contra de determinados equipos y siempre a favor del mismo” (Jaume Ortí después del gol legal anulado a Adrián Ilie en el Bernabeu en la temporada 2002 por parte del árbitro Alexis Pérez Pérez).

miércoles, 15 de marzo de 2017

¿Dónde vamos a llegar?

Mirando los partidos de Champions y Europa League, fuera de robos y demás polémicas, me corría una envidia por el cuerpo que no me podía aguantar. Oía el himno de la Champions y me imaginaba Mestalla llena, esperando a una Juventus o a un Manchester City. Me imaginaba goles, muchos goles y jugadas para verlas repetidas muchas veces. Me he visto en mi mente sufrir por pasar de la fase de grupos, como de normal nos pasaba. Pero pasando, como segundos en el último partido y mirando de reojo lo que hacía el tercero, pero pasando. Y en octavos, volviendo a sufrir para arañar en los últimos minutos el pase a otra fase. Y así seguía soñando sola... ¿Dónde vamos a llegar?.

He visto al Barcelona, al Madrid, al Sevilla, al Atlético e incluso al Celta y he sentido envidia sana. Fuera de ayudas arbitrales, penaltis no pitados o fueras de juego pasados por alto, pero he sentido envidia. He pensado lo bien que vivirán los aficionados viendo como los suyos, mejor o peor, pero van por los campos de Europa presumiendo de camiseta allí donde juegan. Me he vuelto a imaginar, con mis amigos, mirando vuelos y entradas para ir al partido más barato de la fase de grupos de la Europa League. He rememorado el viaje a Sevilla, en bus o la gente que se fue a ver el Valencia-Basilea y volvió con la goleada clamorosa, que luego remontaríamos en casa, nuevamente sufriendo. Y me ha entrado la nostalgia.

Cuando he querido dejar de mirar los partidos, he aterrizado en la realidad. He mirado la clasificación y me he visto muy lejos. El año que viene tocará volver a mirar la Champions y Europa de lejos. Tocará solo mirar la Copa del Rey como único título posible, posible no hacer el ridículo claro, porque ganarlo… eso vuelve a ser sueño de nuevo. He mirado los resultados y he visto tanta derrota junta que me ha entrado un mareo. He contado los entrenadores que han pasado por el banquillo de Mestalla y he tenido que sentarme para darme cuenta que estamos peor de lo que pensaba.

Mestalla dividida entre Lim sí y Lim no. La Curva pidiendo la cabeza de Peter partido tras partido. Los jugadores paseándose por el campo como si de un paseo en barca se tratara. Los escándalos en redes sociales volvían a aparecer y el club, en vez de permanecer al margen, puesto que es asunto privado, se posicionaba en un comunicado exprés. Para eso sí que se daban prisa, pero estamos a final de temporada sin entrenador para la próxima, con un director deportivo sin fichajes a la vista y con un delegado haciendo lo posible por no meter al equipo en descenso. Y mientras tanto, otros muchos viajando por Europa y pasando fases clasificatorias.

Qué envidia más sana tengo. Después de hundirme en la más profunda tristeza, me he parado a pensar y he sacado varias preguntas sin respuesta. Varias preguntas que podría alguien plantearle al señor que mande en este cortijo. ¿Cuándo volveremos a plantear esos viajes por Europa? ¿Cuándo podremos volver a soñar con algo grande? o mejor ¿cuándo nos dejarán volver a ser grandes? ¿Será posible que en algún momento piensen en la afición antes que en el dinero? ¿Pasaréis en algún momento por alto la rentabilidad económica de cada fichaje y os fijaréis en el sentimiento con el que jugáis? ¿Os daréis cuenta de todo lo que matáis cada partido que no sudáis la camiseta?

Tantas preguntas me inundan que creo que estoy en un mar de dudas y lo peor es que, quien debe contestarlas, está contando millones en las antípodas del mundo; mirando qué jugadores meter en el club para sacar dinero y sin preguntarse ningún de estas cuestiones. Porque quien manda solo busca dinero, quien está destinado aquí es una mera marioneta y los que realmente sentimos y nos duele lo que pasa, tenemos que asumir que ya no somos nadie dentro d este circo, donde quien pone el dinero es el payaso; los que trabajan son meros títeres y nosotros somos el público que no reacciona ni aunque se rían en nuestra cara.


miércoles, 11 de enero de 2017

¿De qué me sirve?

Un proyecto que hace aguas cada vez por más sitios, unos jugadores que dejan mucho que desear sobre el campo y unos puntos que no suben a la clasificación. Tenemos muchos frentes abiertos y parece que el mercado de invierno no es que vaya a traer muchos refuerzos... Habrá que solventar el resto de la temporada con los jugadores que tenemos en la plantilla. Puede ser que cada vez más nos acerquemos a la zona de descenso y los partidos que vienen no son precisamente enfrentamientos fáciles. ¿Estamos realmente con los pies en el suelo sobre todo lo que está pasando? Recordemos que nuestros objetivos, con la plantilla y la inversión en la misma, era estar como mínimo en Europa League y aspirar a la Champions League como objetivo final. Evidentemente, esos objetivos ya no son ni remotamente probables y nos hemos planteado un objetivo nuevo: no descender. ¡Qué triste que hayamos llegado a esto en solo unos meses!

Podemos buscar culpables dónde queráis. En la dirección deportiva, por no haber fichado a los jugadores correctos o por sobrevalorar jugadores que no valían aquello que se pagó por ellos. Puede ser que nuestros jugadores no estén los suficientemente implicados en el 
proyecto y no vean el peligro cerca. Puede ser que Peter Lim sea el culpable de haber llevado a un club aspirante a estar entre los 10 mejores, a posiciones de peligro de descenso. Puede ser que todo esto sea verdad y que algo mal hayamos hecho desde un principio. Pero, ¿ganamos algo buscando culpables y no soluciones? ¿Ganamos algo diciéndole a nuestros jugadores lo perros que son o a nuestro director deportivo lo triste y pésimo que es su trabajo? Si no buscamos soluciones y ponemos claramente las cartas sobre la mesa, sin darnos cuenta, nos hundiremos. 

Señores, que somos un equipo de Segunda División, que nuestro juego no nos hace capaces ni de ganarle al colista. Hemos pagado millonadas por jugadores que andan sobre el campo cuando perdemos; hemos visto en un proyecto la salvación y nos han metido en la ruina deportiva. Puede que hayamos dejado de tener deudas pero, ¿y la imagen deportiva? ¿Esa quién la arregla? ¿Quién le paga al aficionado de a pie su abono para ver a su equipo andar sobre el campo y no sudar la camiseta?. Recordad que quien paga el sueldo de esos jugadores, no es el señor Peter Lim en su totalidad, porque sin la afición que acude al campo, el Valencia y su dueño no serían más que dueños de una empresa fantasma.

Somos algo más que negocios, algo más que números y deudas, algo más que aspiraciones a un campo nuevo o a nuestra primera Champions. Yo aspiro a algo más grande que ver trofeos en nuestras vitrinas o estrellas que las quiera fichar todos los equipos del Europa. Aspiro a ser la envidia de muchos clubs del mundo por tener a una afición unida en las buenas y en las malas; aspiro a ver a mis jugadores dejarse la piel en cada partido pese a que el resultado sea bueno o malo. Aspiro a decirle a mis hijos "mira, lo hemos pasado mal, muchos nos criticaron y se bajaron del burro, pero mira dónde estamos ahora, en los más alto. Los que criticaban, ¿dónde están ahora?". Aspiro a caminar con orgullo con mi camiseta, sin tener que preocuparme por lo que piensen, con quién me cruce, porque será un orgullo vestir mis colores en las buenas  y en las malas. 

No pido títulos, ni estrellas, ni contratos millonarios, ni estadios que dejen con la boca abierta a medio mundo. No quiero que Cristiano y Messi se peleen por venir al Valencia. No quiero balones de oro ni Pichichis, si todo eso no me sirve para ir con la cabeza alta orgullosa de mis colores. Si somos una afición dividida por al opinión de una maldita grada de animación. Si tengo títulos y no tengo unión en la grada, ¿de qué me sirven?. Si el dueño del club no ve más que rentabilidad económica y no sentimiento , ¿de qué me sirve ganar Ligas?  Si mis jugadores se creen por encima del escudo que defienden, ¿de qué me sirven las estrellas? Para que quiero millones, si tengo pobreza futbólistica. 

Unámonos ahora, ahora que las cosas van mal, que vean que en las malas seguimos sacando pecho por lo nuestro. No estaremos sacando números para la historia,pero estaremos diciéndole al futuro "no te preocupes que volveré con fuerza". No tendremos la mejor plantilla, pero con esa tenemos que afrontar el año, no vale de nada criticarla y tirarla por el suelo. No estaremos en Champions, pues luchemos por no bajar y el año que viene aprendamos de los errores. Nos tacharán de mala afición si nos quejamos y si nos conformamos también lo harán, digámosle a esos que nos critican "¿donde esta tu sentimiento por este club? Si no lo tienes, ¿qué te atreves a criticarme?". Cuando lo elegí, nadie me dijo que fuera fácil vivir siendo valencianista y aun así no me arrepiento de haberte elegido. Porque puede que ahora no me merezcas, pero probablemente sea, cuando más me necesites.