Prefiero que me consideren muerto a que me critiquen.
Prefiero que no me consideren rival a que mediten cada uno de mis pasos.
Prefiero pillarles desprevenidos a que estén alerta a todos mis movimientos.
Eso es nuestra Liga a día de hoy. Cuando la diferencia de puntos entre los
primeros puestos es tan solo de 9 puntos, parece que para algunos, solo un par
pueden ganar la liga. El tercero y el cuarto ya no tiene opciones para algunos
entendidos del fútbol.
Ayer se disputaba en el Calderón un partido importantísimo donde
ambos conjuntos tenían ganas de verse las caras. Tercero y cuarto. El vigente campeón
contra la nueva promesa. El Atlético de Madrid contra el Valencia. Se preveía un
partido de mucha intensidad, muchas ocasiones, buen fútbol y como no, la
tensión que caracteriza a ambos equipos. Sin embargo, el partido dejó de todo
menos buen fútbol. Las ocasiones para ambos equipos fueron escasas y no se
puede destacar un claro dominador del encuentro.
El primero en golpear fue el equipo de la capital, tras un
zapatazo de Koke que se cuela entre la defensa valencianista y termina en la
redes del portero Diego Alves, que nada puede hacer para detenerlo. Los dos equipos
demostraban que los puntos en juego eran importantes y eso se plasmaba en cada
jugada y en cada disputa de balón. Las patadas, los encontronazos, las duras
entradas y los piques entre jugadores eran la clara imagen de que la victoria
significaba algo más que tres puntos. El tercer puesto y la posibilidad de
engancharse a la lucha por la liga estaban en juego. La ventaja con el gol de
Koke no fue suficiente para ganar el partido puesto que el equipo ché, tras una
falta envenenada de Parejo y un mal despeje del portero Moyá, dejó en la manos
de Mustafi el tanto que ponía las tablas en el marcador. 1-1 como resultado
final y reparto de puntos sin variación de puestos en la tabla clasificatoria.
Las tarjetas iban y venían para unos y otros. Algunos se
desquiciaban y otros simplemente golpeaban de la rabia por ver que la victoria
se escapaba. Vimos duras entradas como la que sufrió Gayá que fue el terror
para los colchoneros por las bandas. Pero si con alguien soñaron anoche los
atléticos fue con Otamendi. El defensa argentino se convirtió en un muro
demasiado sólido para traspasarse y muy desquiciante para los delanteros
rojiblancos. Y las tarjetas seguían saliendo para unos y otros. Algunos se
fueron impunes a casa tras reiteradas entradas merecedoras de tarjeta como fue
el caso de Gabi que mereció la tarjeta pero que el árbitro no considero (que
raro) oportuno sacársela.
La dureza del partido eclipsó por completo el buen fútbol y
di paso a un recital de patadas de todo tipo y de toda índole. Había cabezazos,
patadas a la rodilla, al gemelo, al tobillo, cabezazos, enfrentamientos
verbales entre Mandzukic y Otamendi, más patadas, más patadas (que se lo
pregunten a Gayá sino). El pobre lateral no recibía el balón sin recibir un
recadito. Javi Fuego no logró terminar el partido tras ver la doble amarilla y
se perderá el próximo encuentro.
Un reparto de puntos que simplemente deja las cosas como
estaban y sin cambios. El punto sacado del Calderón sabe a bueno después de las
pocas ocasiones chés en la primera parte. El Valencia se llevó algo más que un
punto, puesto que mantiene la diferencia de goles a su favor en los
enfrentamientos contra los colchoneros esta temporada con un 4-2 en el cómputo
global.
Ahora solo se puede pensar en el próximo partido en casa
contra un Deportivo que no puede perder más puntos para no complicar su vida en
las posiciones odiadas del descenso. El partido se disputará en Mestalla el
próximo viernes y donde hay que salir a conseguir los tres puntos para seguir
luchando por la tercera plaza que nos coloque directos en la Liga de Campeones,
evitando la fase de grupos.
Mestalla es un fortín y pocos equipos han salido con puntos
de los muros del coliseo valencianista. Este viernes no debe ser menos y la
afición seguro responderá como lleva haciendo a lo largo de la temporada con
los partidos en casa: llevando al equipo en volandas desde el inicio hasta el
pitido final, metiendo el primero gol y sintiéndose orgulloso de los suyos. Porque
el sueño de poder seguir escalando en la clasificación aún es posible aunque
algunos sientan miedo al pensarlo y quieran hacernos pensar que no podemos
seguir subiendo.
El tercer puesto está a tiro de piedra y al Madrid y Barça
no le perdemos el paso. Seguimos estando en esa lucha y partido a partido,
siguiendo como hasta ahora, no decaeremos de ella hasta que termine la Liga.
Los puntos son oro, cada punto cuenta como el último y por eso cada partido se
debe vivir y jugar como una final. Porque este sueño que hace meses creíamos
imposible, cada día lo vemos más cerca. Que nada nos impida soñar, porque un
sueño solo muere cuando se hace realidad.
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