Teníamos que remontar y todos creíamos que era posible. Se palpaba
en el ambiente de la ciudad que esta noche iba a ser mágica. Íbamos a
demostrarle a Europa que éramos los mejores en las peores situaciones. Todos creíamos
y eso se veía.
Desde las primeras horas de la tarde, las calles se tintaron
de la señera, de blanquinegre, de taronja. Valencia era una lluvia de alegría,
de que esta noche sí, de que íbamos a llegar a Turín, de que el equipo iba a
ser llevado en volandas todo el partido por la mejor afición del mundo. Era un
momento duro, porque era complicado remontar un 2-0 en contra, pero todo estaba
de nuestra parte. Jugábamos en casa, con nuestra afición, toda Valencia
entregada y los jugadores lo sabían. Ellos creían como nosotros, ellos prometían
salir al campo a darlo todos. Y a la afición se lo creía y salía a la calle
para demostrar a toda Europa que la mejor afición del mundo está en la capital
del Turia.
A las 18h, los alrededores del Mestalla eran un río de gente
y cánticos en apoyo al Valencia. Hoy iba a ser posible, a las 21:05h empezaba
un sueño, y ese sueño se iba a cumplir.
Rodaba el balón en Mestalla, la gente animaba, como casi
nunca, con el corazón más que con la garganta; con el orgullo por unos colores
y con la certeza de que se iba a conseguir. Era importante meter en los
primeros minutos y Soso no falló, y Soso hizo soñar. 1-0, se podía, se creía,
estaba ahí. Otro gol más, y la eliminatoria estaría empatada. Y llegó Jonas y
ya estaba el sueño, ya estaba empatado, lo habíamos conseguido….
Pero todavía podíamos hacer más daño, podíamos pasar sin
hacer falta la prórroga. La afición estaba entregada y el equipo respondía, se
dejaba la piel en el campo… y llegó el gigante, y llegó Mathieu y nos llevó en
alma a Turín… 3-0, no hacía falta nada más, el tiempo corría y el Valencia
estaba ya en la final. Solo restaban 5 minutos añadidos para estar en la final,
no podíamos fallar ahora, esto no podía ser más grande… pero Mestalla lloró.
Ultimo minuto y medio y llego el 3-1 y Mestalla lloró,
Mestalla no se podía creer que la historia podía ser tan injusta. Estaba la
final a golpe de piedra y nos la habían quitado en el último minuto y medio. Y tocó
llorar, llorar por impotencia de no conseguir el gran sueño; llorar por ver el
esfuerzo que has hecho y que en el último minuto se ha convertido en una
horrible pesadilla; llorar con orgullo por unos colores que te han regalado
alegrías; llorar porque el fútbol no es justo, y ayer se demostró en Mestalla. Toca
consolar, toca llorar de rabia, toca sufrir de nuevo y toca levantarse.
Hemos de levantarnos porque este equipo ha demostrado que
tiene la mejor afición del mundo y que cuando quiere algo, se puede conseguir.
Tal vez ayer no fue nuestra mejor noche, tal vez ayer el fútbol fue injusto con
nosotros pero no olvidéis algo… Volveremos.
Europa, no olvidéis nuestro escudo, nuestros colores,
nuestras voces, ahora tal vez estén apagadas por el dolor de la eliminatoria y
la impotencia de los últimos minutos, pero algún día no muy lejano, volveremos.
Y volveremos con la cabeza bien alta y orgullosos de
pertenecer a este club; volveremos para ganar y volveremos para seguir dando
alegrías a la mejor tierra del mundo; volveremos con unos colores que más que
como camiseta se llevan como sangre; volveremos para demostrar que un escudo se
lleva bordado en el corazón.
Gracias Valencia, porque aunque ayer perdiste una
eliminatoria, sigues haciéndome sentir orgullosa de llamarme valencianista. Y eso
lo has conseguido dejándote la piel en cada minuto. Hoy un verdadero
valencianista sale a la calle con la señera y con la cabeza alta sin miedo a
decir que siente estos colores. Porque el verdadero sentimiento se demuestra
cuando todo va mal. Como dice alguien que conozco, es fácil animar en los
buenos momentos pero en los malos, solo los verdaderos están a tu lado. Yo estoy
aquí y no estás solo, la mejor afición está contigo, hasta la muerte.
No llores más mi Valencia, no me gusta verte triste… No sufras
Valencia, algún día se hará justicia. Y yo me dejaré la voz en cada partido
para que vuelvas donde te mereces, entre los grandes, y ten por seguro que
volveremos.
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