Se acaba el año y, como siempre, toca hacer balance de los
acontecimientos que han ocurrido este año. Se cierra un año ilusionante,
emocionante y lleno de esperanza para el futuro de nuestro Valencia. Se cierra
un año donde, tras la venta, se ha podido formar un equipo lleno de juventud,
ganas de títulos y mucha fuerza a la hora de afrontar los partidos importantes.
Los buenos fichajes, las grandes esperanzas salidas de la cantera y los buenos
resultados en Liga nos han hecho colocarnos en puestos Champions al acabar el
año.
Concluimos 2014 estando entre los mejores de la Liga,
peleando por un lugar entre los mejores de Europa para poder lograr el objetivo
de clasificarnos para el gran torneo que enfrenta a los mejores del mundo: la Liga
de Campeones.
El año ha sido movido en muchos aspectos. Hasta que no se
cerró la venta todo era incertidumbre en torno a nuestro escudo y
especulaciones en cuanto a la veracidad de las mil y una ofertas que rondaban
el futuro del Valencia. Y al final llegó y aquí estamos, concluyendo un año
entre los mejores, con una de las plantillas más competitivas y completas de
nuestra liga, sin que nos regalen nada y siendo una piña, siempre juntos.
Hay muchas cosas en nuestro club que mejorar, pero el año se
ha acabado con muy buen sabor de boca y con expensas a que el año que en breve
empieza siga por el mismo camino o mejor que concluye este. Nuestra plantilla
es envidiable en España y posiblemente en muchas ligas europeas. Nuestros jugadores
suenan como recambios para los grandes de Europa pero ellos se quedan en
Valencia porque ya no tenemos necesidad de vender.
Este ha sido el año de Alcácer, el año que nuestro 9 y el futuro
9 de España ha explotado toda la dinamita que corre por sus venas y que
focaliza en sus botas para demostrar a todos que las grandes leyendas se forjan
en la oscuridad. Ha sido el año de un Valencia que aspira a ser mejor cada día y
que ha tenido el mejor apoyo que se puede desear cuando las cosas se están
construyendo: la mejor afición del mundo.
La afición ha remado a una para defender al Valencia por
encima de aquellos que criticaban cada paso de los nuestros. Ha llenado campos
en días de calor, en días de lluvia y en partidos importantes no ha callado
hasta el pitido final. Cuando las cosas iban mal, seguían animando, porque
cuando menos me merezcas posiblemente sea cuando más me necesites. Cuando los
resultados eran buenos, la alegría se pintaba en las caras de todos los
valencianistas, sin importar la edad, todos sentíamos lo mismo: que los mejores
momentos se volvían a revivir. Cuando todo parecía cuesta arriba y los malos
resultados, las críticas y los reproches mesetarios empezaban a aflorar,
Mestalla animaba como solo ella sabe hacer y Valencia se rendía ante un equipo
que, pese a las dificultades, ha sabido demostrar que cuanto más se le critica,
más fuerte vuelve a retomar los pasos hacía un solo objetivo: colocarse entre
los mejores.
Este año que empieza solo es necesario seguir estos pasos,
mejorando los fallos y repitiendo aquello por lo que un día nos sentimos
orgullosos de llamarnos valencianistas. Porque da igual la edad, el lugar donde
te encuentres o los kilómetros que te separen de Mestalla, cuando juega el
Valencia, todos somos uno y todos sentimos el mismo orgullo, las mismas ganas y
la misma ilusión de volver al lugar de donde nunca debimos salir: entre los
mejores.
Los mejores nos esperan tras la vuelta de las Navidades así
que volvamos con más fuerza, con más ganas y con más ilusión de que el futuro
2015 será nuestro año, donde haremos cosas grandes y donde demostraremos que la
bestia valencianista solo estaba en letargo, porque una leyenda nunca muere
para siempre.
Recordad siempre un escudo nos une, unos colores nos hacen
iguales, no hay diferencias en nuestra camiseta porque un murciélago corona nuestro
escudo. No existe más templo que Mestalla ni más pasión que el rodar de un
balón en un estadio mágico.
No existe más confianza que Alves bajo palos, ni más magia
que André Gomes tocando el balón en el centro del campo. La fortaleza de
Otamendi nos protege de nuestros enemigos, la rapidez de Gayá nos abre
fronteras y la calidad de Fegholi nos ayuda a ser mejores. Mustafi y Orban son
nuestro mejor escudo y Negredo, Rodrigo y Piatti son los reyes que llevan las
mejores jugadas para los nuestros. De Paul es el paje que lleva cada pase
infalible a las botas de nuestro único Alcácer, killer y mago de goles. Javi
Fuego es la delicadez del centro del campo y Parejo es el regate hecho persona.
No hay mayor alegría que un gol de Alcácer ni más sueño que una Champions en
Mestalla.
Feliz Navidad valencianistas y recordad, los sueños solo
terminan cuando se hacen realidad.
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